“...Talya fue purgada del útero de Katya tres días después de la fertilización, antes de que pudiera establecer una conexión placentaria o ser rechazada, y pasada a un tubo de ensayo. Revivió extasiada, soñando el futuro, el pasado, la matriz viva que recordaba, nadando en un mar de células que resonaban con recuerdos de sus ancestros. A través de la oscuridad notó un horizonte, una línea marcada de un anaranjado vívido que palidecía hacia un rubor amarillento salpicado de sombras. Estaba en manos de los médicos, viajando por un paraje blanco intenso, subiendo escaleras de vacíos nevados, pasando por cordilleras montañosas tan insubstanciales como nubes, cayendo en picada en un cráter abrasador donde se revolcaba, inundada, flotando, subiendo de nuevo a la superficie; un punto en un universo desconcertante. Así, viajó por nueve meses y estalló cargada de energía una tarde perfecta de agosto. La primera agresión fue un destello de luz, como puñales en los ojos, y gritó, sorprendiéndose a sí misma con el primer sonido vivo en lo que ella había dado por hecho como un mar de tranquilidad permanente...”.
Mi dulce curiosidad, novela de Amanda Hale
Traducción de Patricia Schaefer Röder
2017 Ediciones Scriba NYC
ISBN 978-0-9845727-7-9
Ganadora del Primer Premio en Traducción de Novela de Ficción en los ILBA 2019
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